Las crisis son sinónimo de oportunidad y forjan líderes, las dificultades, pruebas y crisis que suceden generan oportunidades a nuevos líderes que asumen el reto del cambio, con disciplina y altos estándares de superación, en medio de lo imposible lo posible; son tiempos complejos por la pandemia y muchos nos quedamos pasivos, conformes y sometidos a las circunstancias.
En medio de los escombros debemos superarnos, los verdaderos líderes nacen en medio de la adversidad, crecen, manejan y dominan, es ahí donde dones y talentos salen a flote en los verdaderos líderes para asumir el control y ponerlos al servicio de otros, es decir servir en el bien común, logrando la solidaridad, cooperación, respeto y confianza.
Los temores nos limitan y no nos permiten responder ante las crisis, en nosotros esta romper todas las barreras culturales, sociales y económicas, lograr así un equilibrio, entre otros psicoemocional que asuma el reto de enfrentar, confrontar, controlar y acabar con el problema.
Así perezcamos en el intento de lo contrario perderemos la batalla, pero debemos hacerlo, sabiendo que seremos más que vencedores llenándonos de gozo.
Muchos ejemplos de líder vencedor de dificultades tenemos a través de la historia, San Pablo, Bolívar, Lincoln, Churchill, Gandhi, Martin y Mandela entre otros; los necios se quedan contemplando perplejos las épocas de dificultad, mientras los líderes dan el paso para reencontrar nuevas alternativas, con creatividad y soluciones, superando las dificultades con optimismo, fe y coraje, disciplina y humildad, grandeza moral y espiritual, valor y motivación; cualidades indispensables en nuestros tiempos de crisis, generando nuevos estándares de liderazgo.
La crisis del coronavirus nos permite distinguir con más claridad algunos recursos en el liderazgo de personas y en nuestro propio autoliderazgo que son realmente importantes para gestionar crisis y situaciones de cambio bajo presión. Esto lo podemos descubrir en los ejemplos más cotidianos de la convivencia familiar durante este confinamiento.
Ahora se ponen a prueba nuestras mejores capacidades para salir de la situación de crisis. Reflexionemos sobre este aprendizaje que podremos extrapolar a nuestro propio estilo de liderazgo en las organizaciones, partiendo por la familia.
Debemos empezar por nosotros mismos, autocuidado físico y emocional, es decir autoliderazgo. En segundo lugar, con nuestras familias, cuidar de cómo influimos en nuestros seres queridos y en sus estados de ánimo y positividad.
La calidad de las relaciones humanas, que son el motor de la eficacia, especialmente para gestionar crisis o momentos de mucho cambio y tensión. En tercer lugar, visualización de objetivos, siempre formulados en positivo, dibujar y componer esos escenarios futuros para los demás, estar dispuestos al cambio, a reinventarnos.
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